Emociones que ponen en peligro su estabilidad financiera

Es un grave error muy común creer que los únicos factores que afectan a las finanzas son la razón y la lógica. Por el contrario, las emociones y sentimientos a lo largo de la vida o en un momento determinado, desempeñan un papel aún mayor y más potente en el manejo del dinero.

Las emociones tienen el potencial de ser los peores enemigos o las grandes aliadas cuando se trata de decisiones financieras. Por tanto, es importante aprender a controlarlas y convertirlas usarlas como decisiones acertadas y bien informadas.

Estas son las emociones que pueden hacer la diferencia entre el éxito financiero personal o el fracaso:

La felicidad

Es aceptable sentirse contento con los ingresos cuando estos satisfacen las necesidades básicas y permiten ciertos lujos.

De hecho, es uno de los componentes de la pirámide de Maslow . Esta teoría sostiene que cubiertas las necesidades básicas y de seguridad y protección se comienza a buscar la satisfacción de las necesidades sociales de autorrealización.

 Al alcanzar todos los escalones se puede pensar que nada puede cambiar esta condición financiera actual de bienestar. Pero, ni las sociedades ni la economía son factores inamovibles o estáticos, sino que están siempre en evolución y movimiento.

Es entonces cuando existe un riesgo, ya que se pueden aumentar los gastos sin tener en cuenta el largo plazo o las situaciones externas como catástrofes naturales, enfermedades que requieren tratamientos costosos, guerras o malas inversiones personales en un negocio que fracasa, etc.

La inteligencia emocional, por tanto, ayuda a la autosatisfacción o autorrealización, pero deja margen al ahorro de dinero y a la inversión en un fondo de emergencia para todo tipo de contingencias.

De este modo, se podrá estar preparado para otras ocasiones más imprevisibles y menos alegres como las mencionadas u otras que escapan de las manos.

Depresión o tristeza

Cuando se está deprimido, triste y/o ansioso no es de extrañar que para subir el ánimo se hagan gastos o compras para ahogar las penas, lo que puede conllevar a que la persona se lamente una vez superada la situación frustrante.

Esto es lo que se conoce en psicología como sublimación y no es más que recurrir a algo para bloquear un sentimiento de rabia, tristeza o frustración.

En esos momentos, es importante tener en cuenta que la felicidad es una elección que se tiene que hacer en la vida y no algo que se puedas encontrar en las cosas.

Un ejemplo sería un divorcio. Causa duelo, tristeza, ira o frustración y se planea un viaje a las Islas Fiji para olvidar las penas. Se hace el cargo a la tarjeta de crédito, pero, una vez de nuevo en casa, se descubre que no se puede asumir los pagos porque el presupuesto mensual no lo permite.

Rabia o enojo

Esta emoción puede hacer que una persona se sienta completamente fuera de control con el dinero.

Para convencer a alguien de que se tenía razón, existe la posibilidad de contraer deudas por rabia, pero después se sentirá culpa por ello.

Siempre hay que evitar tomar decisiones cuando se esté enfadado, ya que esta emoción merma la capacidad de pensar racionalmente.

En episodios de ira es mejor espera para estar tranquilo para poder ver la realidad con la cabeza fría. Esto es substancialmente importante si se trata de finanzas o gastar dinero.

Miedo

El temor es un sentimiento irracional y puede afectar a todos los humanos. La inteligencia emocional no significa no sentir miedo. Quiere decir experimentarlo, pero que este no se apodere de las decisiones que se toman en la vida.

En cuanto al dinero, el miedo puede ser el peor enemigo. Hay que aprender a dejar de lado el dinero y entender que no es más que una herramienta para hacer la vida más sencilla y no un reflejo de quién se es realmente.

El mundo no se acaba si ocasionalmente se obtienen malos resultados en las finanzas o inversiones. Esto es algo factible que puede suceder a cualquiera en algún momento o en determinadas etapas de la vida.

La inteligencia emocional es gestionar ese temor, superar el miedo a fracasar y hacer uso racional de los recursos económicos.

Celos

El afán de los seres humanos por las pertenencias materiales propias y de quienes están alrededor, pueden llegar a cegar la razón y gastar el dinero en cosas que pueden pesar luego en la conciencia.

El móvil de última generación del jefe, la TV inteligente o el coche del vecino, las reformas de la casa del cuñado y mucho más que involucra pertenecías que son sinónimo de estatus social son los perores enemigos de las finanzas.

La tecnología, la ropa y el calzado de marca, la cantidad de objetos que inundan el mercado son ejemplo del efecto social de animar a las personas a gastar en exceso y dejarlas endeudadas, lo que podría dar lugar a problemas mayores en el futido.

Al usar la inteligencia emocional hay que preguntarse a sí mismo ¿Soy consciente de lo que quiero? ¿Necesito realmente esa Smart tv (móvil, zapato, coche, ropa, etc.)? ¿Se está en capacidad de asumir presupuestariamente un gasto por vanidad de tener un coche nuevo como el del vecino?

Este sentimiento, sin embargo, puede transformarse con la inteligencia emocional dejando la irracionalidad de lado y convirtiendo los celos negativos en algo más positivo: no está mal querer el coche, la tv, la ropa el móvil. A esto es lo que se le llama autocontrol.

Por eso, hay que trazarse nuevas metas para tener eso (no por imitar al vecino o jefe) sino por calidad de vida y logrando los recursos económicos adicionales con nuevos proyectos sin que implique la deuda o la ruina.

Desidia o pereza

La actitud negativa de creer que gestionar las finanzas es demasiado difícil para hacerlo o posponer la necesidad de obtener los conocimientos básicos para hacerlo es una manera en que las emociones afectan la situación económica de las personas.

Algunas personas consideran que hablar de números y cuentas es un tema difícil y pierden rápidamente el interés.

Para unas finanzas personales sólidas y la creación de riqueza, es crucial adquirir una comprensión básica del dinero. No se requiere ser un experto contador, pero sí instruirse sobre los conocimientos básicos para tomar decisiones apropiadas.

La riqueza y el bienestar financiero se verán afectados si no se mantienen las finanzas en orden. Lo recomendable es reservar un tiempo cada mes para ceñirse a un presupuesto. Esto ayudará a gestionar el dinero de forma más eficaz y también a alcanzar los objetivos.

Fuente:https://www.cerem.es/